La
iglesia católica puede que sea la institución que despierta mayor número de
detractores y seguidores de todo el planeta, de la misma manera que en su
interior se hayan desde las personas más caritativas y altruistas a las mentes
más retorcidas e interesadas.
A través
de unos representantes de la iglesia, los sacerdotes Nicolás y Julián, el
director argentino Pablo Trapero nos trae una historia de lucha y solidaridad,
ambientada allí donde la exclusión social se hace más patente y donde las
necesidades y dificultades son extremas. Pablo Trapero, especializado en
mostrarnos injusticias y desigualdades socio-económicas en sus películas,
consigue con ‘Elefante blanco’ el que hasta hoy es su trabajo más ambicioso y
de mayor calado.
La
acción se sitúa en Villa Ciudad Oculta, la zona chabolista de Buenos Aires, y allí
es donde irá Nicolás después de una horrible experiencia en su anterior trabajo
en la selva y animado por Julián, el sacerdote más respetado de la zona. En la
villa el trabajo no tiene fin, todos los residentes necesitan la cooperación solidaria
que se les presta, algunos sólo tienen la droga como compañía, otros precisan del
aliento y la fuerza que la fe les aporta, y a los demás no les falta el
sufrimiento que conlleva implícito su comunidad. En medio de todo esto las
obras de Elefante Blanco, un edificio hospitalario que una vez construido
traerá una importante mejora a los residentes, y Luciana, la abogada encargada
que esas obras lleguen a buen puerto.
Esta
historia de amor, en el sentido más global de la palabra, envuelta en un
escenario de violencia e injusticia, nos trae de nuevo a las pantallas al
polivalente Ricardo Darín. El actor del que un año atrás vimos su lado cómico
en ‘Un cuento chino’, se pone esta vez en la piel del cura Julián, para
entregarnos, y ya van unas cuantas veces, un personaje de profundo calado para
el espectador, con el carisma y la fuerza que ya nos ha mostrado anteriormente.
Al lado de Darín, el actor belga Jérémie Renier se encarga de interpretar con
brillantez al atormentado sacerdote Nicolás que junto a Martina Gusman, en el
papel de Luciana, completan el trío protagonista.
La
cinta, producida entre otras por Matanza Cine, la productora creada por el
propio Pablo Trapero y su esposa la actriz Martina Gusman, ha cosechado ya
numerosos premios y ha sido la elegida para representar a Argentina en los
Oscar.
Una zona
chabolista con extremas necesidades, las dudas que surgen a un religioso ante
situaciones extremas, el papel de la iglesia como institución o la guerra declarada
entre familias por el negocio de la droga, son algunos de los temas que aborda
con acierto esta maravillosa película de denuncia que puede presumir de una
historia bien construida y cosida por excelentes interpretaciones.