diumenge, 11 de desembre del 2011

Un dios salvaje (2011)


A menudo se dice que la mejor solución a un conflicto debe hallarse mediante la conversación, a través de acuerdos, asumiendo culpas y entregando razones, pero ello no significa que el camino sea fácil o corto, y en ocasiones puede estar repleto de impedimentos e inconvenientes.


Roman Polanski, el premiado director polaco de obras como ‘La semilla del diablo’ (1968), ‘Chinatown’ (1974) o ‘El pianista’ (2002), adapta en esta película la obra teatral que la francesa Yasmine Reza estrenó en la capital gala en 2008. En ella, encierra en un piso neoyorquino a dos grandes actores y actrices, para mostrar la rueda evolutiva de una discusión en que los juicios que se dan entre los personajes y sus ocultas realidades resultan claves para el devenir de la historia.

Dos niños de unos once años han tenido una pelea, y uno de ellos ha sufrido serios daños al ser golpeado por el otro. Los padres del niño agredido han invitado a su casa a los padres  del otro chico para mediar en el conflicto y así poder hablar y encontrar alguna solución. Lo que al principio de la historia parece un problema resuelto, empieza  a enredarse y va sacando a la luz las miserias que encierran los personajes, así como sus verdaderos caracteres y opiniones, lo que va creando diferentes alianzas entre ellos, llegando a ser incluso en ocasiones de lo más inesperadas.



Uno de los grandes aciertos del film es el más que excelente repertorio. Seguramente, el hecho de trabajar con artistas de este nivel supone un riesgo mínimo para el acabado del producto, pero en la mente de todos y todas están las fallidas interpretaciones de actores y actrices de reconocida trayectoria, por lo que se le debe atribuir el mérito que merece al buen resultado final de ‘Un dios salvaje’. En esta ocasión, Polanski, que grabó la película en tiempo real, consigue de los intérpretes la intensidad necesaria en cada minuto del corto metraje, la duración de la pieza es de 79 minutos, para dar toda la credibilidad a los diferentes estados de ánimo por los que pasa cada personaje.

Las oscarizadas Jodie Foster y Kate Winslet interpretan a ambas madres, dos mujeres de exquisita educación que procuran llegar a un buen fin de la manera más racional posible, intentando entender todas las partes pero sin llegar a olvidar que están allí cada una por su hijo. Christoph Waltz, también poseedor de un Oscar por su papel en ‘Malditos Bastardos’ (2009), y John C. Reilly son los padres. Sus iniciales diferencias, que llegan a ser motivo de enfrentamiento, desaparecen para crear una cómica pareja, en un conflicto de género en que los protagonistas casi olvidan que motivo les llevó a citarse.

El corto metraje de la cinta y el hecho de estar rodada en su totalidad en un único ambiente, favorecen el acercamiento del espectador a los diferentes clímax e intensidades por los que los personajes se mueven, llegando a cierta identificación con alguno de ellos.


‘Un dios salvaje’ empapa de juicios al espectador, juicios que van cambiando al mismo tiempo que se nos muestra un poco más de cada personaje, dejando claro que en ocasiones el conocer a nuestro ‘enemigo’ nos acerca más de lo que nos aleja. Una fantástica película, presentada como drama en su primera mitad, que mediante una progresiva metamorfosis llega a situarse cerca de las deliciosas comedias protagonizadas por  los mismísimos Walter Matthau y Jack Lemmon.